viernes, 3 de mayo de 2013

RELATOS SOBRESALIENTES DEL NEVADO DE TOLUCA.



                                         Urgando los escritos de Angel María Garibay K.encontre la descripción siguiente
que escribió el 9 de octubre de 1919 al retornar. de su excursión y tituló: ASCENSION AL XINANTECATL.



                        "..   Por complemento de mi visita a Cacalomacán hice una ascención al Nevado de Toluca.Es seguramente de los nevados más fáciles de escalar y también de los más hermosos contrastes que ofrece.Narraré,sólo para recordarlas más tarde,las impresiones de aquel bello día que disfrutamos.Salimos de Cacalomacán,a las 6.30 de la mañana los PP Gumersindo Valdés,Luis Goomar y Salazar;Los alumnos  Hermilo Camacho,Octaviano Valdés,Juan Gómez,Pedro Chávez,Jesús Murillo,D.Garfias,J.Estrada y yo.Ademas buen número de acompañantes.En sendos caballos comenzamos a atravesar el bosque el P.Gómez y yo echamos por un camino desconocido,él más difícil que pudieramos soñar.Por todas partes nos cerraban el paso,o las ramas apetadamente entretenidas o los enormes árboles que el huracán de enero desgajó.Con mucha frecuencia era necesario descender para ir tirando de nuestras cabalgaduras,o para abrirnos paso.Por fortuna cuando ya comenzábamos a desmayar,cesó la vegetación y en los escuetos crestones cubiertos de amarillento zacatón comenzaban a aparecer nuestros acompañantes.Reunidos todos,emprendimos la ascensón.
                       Poco a poco la vegetación era más escasa y raquítica hasta que desapareció por completo.Enormes arenales sembrados de rocas,peñascos erguidos con unos cuantos manchones de nieve,era lo que teníamos a nuestra vista.Del horizonte poco nos permitió ver la niebla,apenas de cuando en cuando,el Xocotitlán. cada vez más pequeño,o alguna extensión del valle de Toluca  con sus alegres caseríos,cuando más la cordillera  del  Valle de México.Muy pronto ni éste la niebla nos envolvió por completo.Yo procuré adelantarme cuanto pude.Subí con tal prisa y tan sin cansancio,que yo mismo me asombraba a causa de mis dolencias,nunca me sentí tan bien como entonces.Eran las 11.55 cuando llegué al borde del cráter.Hermoso espectáculo que no sabría ni intento describir.

Una inmensa cavidad creada ´por riscos altísimos,escuetos aislados unos de otros,erguidos como torres,escasamente salpicados de nieve.Desde los picos en pendiente bien delineada,los declives formados de fragmentos de roca desprendida,bajan hasta el fondo.En este divididos por una pequeña colina,a manera de península,dos lagos,uno más grande que otro,atraen la vista y la curiosidad.El lago mayor visto desde arriba es hermosísimo. Cambia cada instante de colores según los objetos que en él se reflejan.Ya es el azul oscurísimo y apacible de los cielos,ya el blanco ceniciento de las nieblas,ya el verdirrojo o anaranjado,o azul o violeta de los riscos que en él se retratan..Es una laguna encantada que a cada instante muda de colores,todos bellos y llenos de primor.Estaba en la alternativa de subir a los riscos o de bajar al cráter.En vista de que el cielo estaba tan cubierto de niebla y nada del paisaje se podía admirar,prefería lo segundo.En menos de diez minutos me deslicé por la pendiente,a grandes saltos.Llegué al lago patinando en las resbalosas piedrecillas. Creo que la altura de la pendiente era de 300 metros.Todo era silencio y calma.Ni un ave ni un insecto,turbaban el suave reposo de las aguas,éstas eran clarísimas,como la luz misma que todo lo inundaba.En el fondo las piedrecillas de diversos tamaños,colores y figuras daban el efecto de montones de piedrería ocultos tras de purísimo cristal.En las riberas,entremezcladas a las rocas,algunas muy grandes,crecían algunas plantas,entre ellas una muy curiosa de hojas orladas de espinas y de flores casi verdes.En las aguas m,uy próximas a la orilla una barca medio deshecha se balanceaba a impulsos del viento.Este era auí suavísimo,tibio y agradable.Allí arriba,entre las agujas desnudas,se oía ya silvar,y a veces de las más altas rocas descuajaba la nieve y con ella fragmentos de peñasco que rodaba hasta el fondo sonoramente.
          Recorrí una buena parte de la ribera.La tibieza del ambiente,la diáfana frescura de las aguas,el cansancio de mis miembros me pedían un baño.Les dí gusto,y dos o tres veces me sumergí en aquellos clarísimos cristales,fríos como el hielo.
¡Que sensación tan grata experimenté después! Me había vestido ya cuando llegó Juan Gómez.Deseoso de zambullirsr,no tuvo la suficiente precaución y con la camisa sacóse los lentes que cayeron en pedazos entre las guijas de la orilla.¡Pobrecillo,tuvo que ver después a medias!

Acabado el baño emprendimos el regreso.Como la bajada nos había sido tan fácil,juzgamos que así sería la subida.¡Cuánto nos engañamos! A gatas casi pudimos lograrla,avanzando diez pasos y retrocediendo cinco.Las piedrecillas sueltas que facilitaron nuestro descenso nos dificultaron mucho la subida.
Llegamos por fin al borde.Muy cerca de alcanzarlo,comenzó a agotarnos la nieve.El cráter se envolvió en niebla,el frío acreció y pronto todo nuestro lado izquierdo comenzó a blanquearse.
Por fortuna la nevada cesó muy pronto.Cuando llegamos a ver el Valle,vimos a nuestros compañeros que se disponían a comer,ya resguardados por los encinos de la selva cercana.Comenzamos a bajar.Alas tres de la tarde estábamos comiendo.

Terminada la comida fue necesario emprender el regreso.El sendero retorcido entre los árboles desciende rudamente en zigzag.Ocotes,encinos y madroños,maltrechos por el huracán de algunos meses antes,formaban apretada cúpula a nuestro paso.De cuando en cuando atravesaba el camino un arroyo limpio y bullicioso que bajaba de las nieves al Valle.Altos peñascos rojos,formaban una muralla altísima hacia el lado izquierdo:el campo estaba materialmente tapizado de flores no muy vivas y casi todas sin perfume.Algún pajarillo arrullaba sus polluelos en el árbol de la orilla.Al salir del bosque pudimos admirar un hermosísimo crepúsculo,de esos tan bellos como sólo tiene el Valle de Toluca.Cielo limpio casi,nubes que cada movimiento cambian de matiz y de figura,siempre bellas y fantásticas.Abajo el silencio de los campos,,el reflejo de las estrellas en las "presas",más allá el hormiguero de luces de Toluca,medio escondida entre los montecillos que la circundan.
Ruidos,sólo el del grillo oculto en una de esas ramas de junto al sendero,el aleteo de alguna ave nocturna,el posarse de los cascos de los caballos en la arena,el ladrido de algún perro lejano y más tarde,sublime,piadosa y divina,la voz de la campana que invita a la oración.Llegamos después de haber anochecido a Cacalomacán. 


           Cacalomacán.                  


                Diré una palabra de este hospitalario pueblecito,uno de los más hermosos del Valle de Toluca.Fundado quizá por los aztecas como lugar de caza,ya que su nombre significa: "lugar donde se cazan cuervos",fue desde los primeros días de la Colonia de los más asiduos en el servicio del Señor.Reina en él un tinte de piedad.Parece que al llegar allí se retroceden dos siglos.Los toques de las campanas son tradicionales.Pocos pueblos habrá aún toques de vísperas en las fiestas y de "queda" a las ocho de la noche,o de Animas,como lo guarda Cacalomacán.Solemne y pausado el toque de la noche,infunde no sé qué extraña melancolia que no estrecha sino eleva el alma.

Su iglesia parroquial,bien decorada y elegante; en el patiecito del curato un pozo,negruzco y enlamado en el brocal,ofrece sus frescas y clarísimas aguas.Su cementerio o atrío ancho,muy cristiano aún resguardado por verjas de hierro.Todo es apacible y grandioso con la paz y la majestad que dan los siglos.

                         Al occidente de la población hay una hondonada que cultivan con hortalizas en las "melgas",numerosos abetos o "huejotes",cada día menos numerosos,le dan aspecto en sí fúnebre.Con todo para mi los momentos más bellos fueron los que pasé allí al atardecer,mirando a los árboles,a las últimas luces del crepúsculo,como otros tantos dedos que señalaban al cielo.Este lugar se llama las "Chichipicas".

El espíritu de los habitantes tiene el raro don de poseer,aún fisonomía tradicional,y su fisonomía interna,asi como la exterior es colonial pura.Mansedumbre,sencillez,unión mutua,piedad y todo esto unido al entusiasmo,al alegre bullicio,al seso de los viejos y a la alegría de los mancebos,hacen de Cacalomacán un pueblo especial.

                           Un detalle solo,ya que los detalles,a veces ilustran y aun descubren un mundo,varias veces he podido notar y comprobar este hecho: casi todas las mujeres,sí no se visten enteramente de negro,traen una pieza de ropa negra.El rebozo por ejemplo.Y todo unido a la alegría cristiana.En Cacalomacán las muchas veces que he estado no he visto rostros tristes.

                             Quien quisiere ver viviente la sociedad mexicana de los campos de hace un siglo y medio,esté en Cacalomacán  por los dias de la fiesta de San Francisco,en octubre.¡Lástima que la revoluciones últimas hayan alejado a muchos de sus habitantes que,si no la olvidan del todo,por lo menos perderán mucho de ese espiritu patriarcal,colectivo y cristiano que aún se respira por alli"